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Era un niño que se llamaba Cristian; era humilde, vivía con sus dos
hermanas y un hermano menor, su padre un señor trabajador trataba de dar todo
lo que podía a su familia junto con su madre ama de casa y no importaba mucho
el dinero si se trataba de la familia todos eran unidos.
Cristian aprovechaba muy bien la escuela, la tarea limpia y correcta
nunca le faltaba una. Pero sus compañeros no eran muy amistosos con el ya que
era humilde, se sentía mal por ello y creía que nunca tendría un amigo de
verdad, parte de su tristeza y decepción es que enseñaba los valores en su
escuela pero ninguno de sus compañeros lo respetaban.
Un día todo cambió cuando recibió una beca en una escuela prestigiosa y
de buena reputación, sabía que lo más probable es que sus nuevos compañeros
también lo molestarían pero trataría de dar su mejor cara para agradarles.
Entraría el lunes próximo, tendría una semana para prepararse tanto
mentalmente, académicamente y físicamente; con zapatos nuevos, el uniforme
también, estudio para ir atento y dispuesto, hasta que por fin llegó el día.
Cuando todos llegaron lo pasaron al frente y la maestra pidió que dijera
su nombre, edad y lo que le gusta hacer:
- Me llamo Cristian, tengo 11 años y me gusta
jugar futbol, también espero hacer muchos amigos.
Cuando terminó no pudo evitar escuchar
comentarios y risitas que mejor ignoraba y se volvió a sentarse en su lugar al
lado de uno de sus compañeros, el lo saludó;
- Hola.
- Hola eh… ¿Cristian, no?
- Si, ¿tú cómo te llamas?
- Eduardo y bienvenido.
Siguieron poniendo atención a la clase, así hasta que llegó la hora del
recreo, Cristian se acercó con los que jugaban futbol, pero lo rechazaron:
- ¿Crees que por ser nuevo te puedes juntar con
nosotros?- Dijo uno de ellos.-
- Pues… yo… eh…-Dijo nervioso Cristian.-
- Porqué no mejor lo resolvemos con un partido
de futbol ¿te parece Roberto?- Interrumpió Eduardo.-
- ¡Claro! Si quieren perder.
- Cristian es de mi equipo. ( Dijo Eduardo)
Empezaron a jugar durante todo el recreo iban empatados solo faltaba un
gol, Cristian llevaba la pelota, la pasó a Eduardo esté la pateo y Cristian le
dio un cabezazo y… ¡Marcaron un gol!; el equipo de Cristian alocados gritaban
“Goool” pero fue interrumpido por la maestra que quería que entrarán ya a
clase.
- ¿Por qué se tardaron?- Preguntó ella.-
- Pues…- Eduardo pensó en que decir.-
- Resolvimos, mejor nuestros problemas con un
partido- Interrumpió Cristian, todo se quedó en silencio un momento y los
dejaron a pasar a clase.
Al día siguiente, la maestra mandó a llamar a los padres de Cristian,
Eduardo y Roberto, al salir de esa junta el papá de Cristian lo abrazo.
- Estoy orgulloso de ti, la maestra dijo que
fue muy maduro preferir arreglar las cosas de forma pacífica que peleándose.
Desde entonces Eduardo y Cristian se volvieron buenos amigos, durante el
resto de la escuela eran los mejores amigos al fin Cristian se sentía bien ya
no tan solo.
Cuando entraron a secundaria tuvieron muchos cambios, nuevos retos pero
lo pasaron juntos incluso ganaron un trofeo de un partido de futbol que
tuvieron contra la antigua escuela de Cristian. Ya cuando termino el 2° grado
de secundaria llegaron las vacaciones de invierno.
Un día llamaron a la casa de Cristian pues Eduardo enfermó, fueron a
visitarlo un par de veces para ver cómo estaba pero su estado cada vez
empeoraba; un viernes de frío intenso fueron a casa de Eduardo, los padres se
quedaron hablando mientras los hermanos de Cristian ignorantes de lo que pasaba
jugaban en la sala mientras Cristian fue a la habitación de su amigo y la
imagen que vio era triste y dolorosa; estaba acostado en una cama blanca donde
apenas se podía ver su piel.
- Eduardo… ¿cómo te sientes?
- Ya no importa… sé que me iré pronto…- Sonrió
levemente.-
- No digas eso… tu… tú te vas a mejorar.
- No lo creo…
- Por favor… tu me has enseñado muchas cosas…
el valor de la amistad, el de respetar a los demás no importa como sea…
- Son lecciones… que te serán útiles en el
futuro… y que tendrás que ponerlas en práctica sin mi…
- Eduardo… promete que nunca te irás… si no yo…
- ¿Quién será mi compañía de ahora en adelante?
Te necesito por favor… tú me das fuerzas para levantarme para ir a la escuela
con ganas.
- Querido amigo… no te prometo nada… pero
siempre estaré en tus recuerdos… en tu corazón… perdóname si te fallo pero… no
lo provoque yo… perdóname… pero ten en cuenta… que nuestra amistad es muy
fuerte… y nadie… ni siquiera la muerte podrá romperla.- Dicho esto sus ojos se
fueron cerrando lentamente mientras una sonrisa se dibujo en su rostro, los
ojos de Cristian se inundaron de lagrimas pero a pesar de eso también se dibujo
una pequeña sonrisa.
Después de varios años y con el apoyo de su
familia Cristian salió adelante, terminó todos sus estudios y era un hombre
trabajador y bondadoso, el recuerdo de su amigo nunca se fué, y todos los domingos
sin falta iba siempre a dejar flores a su tumba siempre susurrando con la
mirada hacia el cielo:
-Algún día… Eduardo mi querido amigo… te
volveré a ver… por lo mientras disfruta tu descanso…. Porque no falta mucho
para vernos.